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La T vaginalis se
adhiere al epitelio vaginal y uretral, proceso facilitado por la presencia de
alfa– D-manosa y N-acetiglucosamina existentes en la superficie del protozoario;
además de las proteasas capaces de digerir la fibronectina, la colagenav IV y
la hemoglobina, posee otras varias adhesinas. La Trichomonas no tiene
mitocondrias, posee los organelos hidrogenosomas que realizan la oxidación
anaeróbica: la glucosa se transforma en glicerol más succinato por acción de la
piruvato ferredoxina y finalmente se libera acetato e hidrógeno.El parásito
móvil genera daño citopático, por medio de ciertas interdigitaciones de la membrana
ricas en microfilamentos (mf) de actina, experimentalmente la cito–D calasina
inhibe la síntesis de los microfilamentos; de este modo se abate la
citopatogenicidad. La T. vaginalis no
sintetiza lípidos, por ello, los eritrocitos son la fuente de los ácidos grasos.
El hierro es un nutriente importante, regula la producción de las proteasas. Al
entrar en la vagina, los parásitos se multiplican e inducen la descamación del
epitelio vaginal, con infiltración de leucocitos polimorfonucleares, neutrófilos
y aumento de las secreciones vaginales. La intensidad de la infección se ha
relacionado con la carga parasitaria. En el organismo de los varones infectados,
las concentraciones de zinc existentes en el semen tienen efecto tricomonicida;
pero en aquellos con niveles de zinc bajos, el parásito persiste originando un
portador de la infección. En las embarazadas con cargas altas de tricomonas, se
han descrito partos prematuros y niños de bajo peso al nacer. Aunque los
antígenos parasitarios de la membrana son inmunogénicos e inducen la síntesis
de IgA y de anticuerpos (Ac) séricos, no se ha encontrado correlación entre los
niveles de los anticuerpos y la resistencia a la infección.
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